Muy buenas tardes, amados amigos y hermanos presentes y todos los que están a través del satélite Amazonas o de internet en diferentes naciones, ministros presentes representando sus congregaciones aquí, y también ministros y sus congregaciones en otras naciones. Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes.
Un saludo muy especial al doctor Salomón Cunha y la doctora Kélita allá en Jerusalén, Dios les bendiga y les use grandemente en Su obra en este tiempo final, y les use en todo el trabajo que están llevando a cabo allá en Jerusalén y en otros lugares.
Les felicito a todos ustedes y a los que están en otras naciones, ministros y sus congregaciones por el éxito que obtuvieron en este gran empujón por el proyecto, en pro del proyecto de la Gran Carpa-Catedral en Puerto Rico que se llevó a cabo ayer sábado durante todo el día.
Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes que han estado brazo a brazo con ese importante proyecto de la Gran Carpa-Catedral en Puerto Rico.
Nos dice la Escritura que seamos imitadores de aquellos que por la fe alcanzaron las promesas. Hebreos, capítulo 6, verso 11 al 13, dice:
“Pero deseamos que cada uno de vosotros muestre la misma solicitud hasta el fin, para plena certeza de la esperanza,
a fin de que no os hagáis perezosos, sino imitadores de aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas.”
Las promesas divinas se heredan por la fe y la paciencia, creyéndolas y esperándolas con paciencia y por consiguiente trabajando en ellas porque la fe sin obras es muerta. A la fe le acompañan las obras para la realización de esa promesa.
Y ahora, leemos en Segunda de Pedro, capítulo 1, versos 19 al 21, donde dice:
“Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones;
entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada,
porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.”
“LA PALABRA PROFÉTICA.” Ese es nuestro tema para esta ocasión: “LA PALABRA PROFÉTICA.”
Si ustedes leen la Biblia desde el Génesis hasta el Apocalipsis, encontramos la Palabra profética siendo la Palabra de Dios hablada para cada cosa que Dios llevó a cabo; por ejemplo, dice allá en el Génesis, capítulo 1: “Sea la luz,” esa es Palabra profética, Dios hablando por medio del Verbo que era con Dios y era Dios, o sea, por medio del Ángel del Pacto, por medio del Espíritu Santo, y fue la luz, se hizo una realidad.
Y así por el estilo encontramos la Palabra profética siendo hablada y luego siendo cumplida. Y encontramos a aquellos que por la fe creyeron esa Palabra profética y mostraron su fe en eso que Dios prometió, ¿cómo? Por sus obras trabajando en pro de eso que ha sido prometido, y así conquistaron, obtuvieron el cumplimiento de esa Palabra profética; por ejemplo, tenemos a Noé al cual le fue revelado por el Espíritu Santo que vendría un diluvio que destruiría a la humanidad, un juicio divino, porque Dios dijo que raería de la Tierra a los seres vivientes, y le fue revelado a Noé la forma de escapar o de sobrevivir a ese juicio que vendría sobre la Tierra, le fue dicho que construyera un arca de madera, le fueron dadas las medidas, los detalles, el material que tenía que usar; y Noé creyó el juicio que vendría, creyó la forma de escapar, de sobrevivir a ese juicio, creyó en lo que le fue mostrado: un arca de madera, para entrar a esa arca y sobrevivir, salvar sus vidas, la de él y su familia y de diferentes animales que entrarían al arca.
Si Noé no creía esa promesa, esa Palabra profética, no estaríamos nosotros aquí porque la raza humana terminaría allí. Pero Noé creyó y mostró que creyó, mostrando las obras de su fe que fue la construcción del arca, y conquistó la promesa de un arca para salvación de los que vendrían a formar una nueva generación.
También encontramos en el libro del apóstol Pablo o carta a los Hebreos, el capítulo 11, que nos dice que “es pues la fe la sustancia de las cosas que se esperan, la demostración de las cosas que no se ven;” y comienza a decir que las cosas que se ven, fueron hechas de las que no se veían.
Así que, de la nada aparecen las cosas, pero es que están en otra dimensión, vienen de otra dimensión, de otro mundo, del mundo invisible, y luego pasan a materializarse en el mundo visible; por eso el apóstol Pablo, conocedor de este misterio de la fe, dice que por ella, por la fe, alcanzaron buen testimonio los antiguos, los que creyeron en las promesas divinas, en la Palabra de Dios, la Palabra profética y sirvieron y siguieron a Dios.
Por ejemplo, Abel, por la fe ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín; y fe es revelación, tuvo la revelación de la Palabra profética, de la Palabra de Dios, y ofreció a Dios el sacrificio correcto.
Sin fe es imposible agradar a Dios, y la fe está basada, fundada sobre la Palabra divina, no puede fundar su fe en imaginaciones, no puede estar basada su fe en interpretaciones humanas, porque la Palabra profética no es de interpretación privada, fue dada por el Espíritu Santo, y el Espíritu Santo es el que da a conocer, interpreta esa Palabra para cada tiempo, para cada edad y para cada dispensación.
Y ahora, encontramos a diferentes personajes a través de la historia bíblica, que por la fe hicieron lo que tenían que hacer en su tiempo, y agradaron a Dios, hicieron la Obra de Dios para el tiempo en que ellos vivieron, conquistaron lo que Dios había prometido para aquel tiempo.
Tenemos al patriarca Abraham, que creyó lo que Dios le prometió, de que tendría un hijo, creyó Abraham que él sería padre de naciones porque Dios se lo prometió, y se mantuvo firme creyendo lo que Dios le prometió, creyendo esa Palabra profética, y la hablaba, la proclamaba dando testimonio que él creía lo que Dios le prometió.
Tenía unos 75 años cuando Dios le prometió que tendría un hijo, que sería padre de naciones, y una persona de 75 años ya creyendo que va a tener un hijo con una esposa que tiene 65 años, eso parece una cosa de una persona que no está bien en sus cabales.
Pero no importa la edad que la persona tenga, si mantiene su fe en lo que Dios prometió, aunque lo llamen loco, va Dios a cumplirle a esa persona o a ese grupo lo que Él ha prometido para ese tiempo.
Por ejemplo, tenemos el tema de la salvación: la salvación y Vida eterna la persona la obtiene creyendo lo que Dios prometió, creyendo en la Venida del Mesías, Su Sacrificio en la Cruz del Calvario, todo eso que fue prometido para la Venida del Mesías.
Él tomaría los pecados del pueblo, se haría pecado por el pueblo y moriría, Él llevaría los pecados de Su pueblo, Él moriría por Su pueblo; Él moriría por cada persona escrita en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero.
Veamos en el capítulo 53 de Isaías, lo cual se cumpliría plenamente en un hombre, en el Mesías. Capítulo 53, verso 6 en adelante, vamos a ver, capítulo 53, verso 4 en adelante de Isaías, dice:
“Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido.
Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.
Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.
Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca.
Por cárcel y por juicio fue quitado; y su generación, ¿quién la contará? Porque fue cortado de la tierra de los vivientes, y por la rebelión de mi pueblo fue herido.
Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte; aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca.
Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado...”
Ahora, pondría Su vida ¿en qué? En Expiación por el pecado, el Sacrificio de Expiación por el pecado del ser humano lo efectuaría el Mesías en Su primera Venida; conocida así por el Cristianismo, efectuaría la Expiación por el pecado del ser humano:
“...cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada.
Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos.”
Ahora, vean todo lo que haría el Mesías en Su Venida, lo cual se cumpliría en la semana número setenta de la profecía de Daniel, capítulo 9, donde nos dice Daniel en el capítulo 9, versos 21 en adelante del libro del profeta Daniel... capítulo 9, verso 21 en adelante dice:
“Aún estaba hablando en oración, cuando el varón Gabriel (o sea, el hombre Gabriel de otra dimensión), a quien había visto en la visión al principio, volando con presteza, vino a mí como a la hora del sacrificio de la tarde.
Y me hizo entender, y habló conmigo, diciendo: Daniel, ahora he salido para darte sabiduría y entendimiento.”
Este Ángel Gabriel enviado de la presencia de Dios, de la diestra de Dios, viene para dar sabiduría y entendimiento al profeta Daniel, este Ángel es el Ángel de la sabiduría y conocimiento divino para comunicarla a Daniel; lo ha hecho también con otras personas, con otros profetas. Tiene también que ver con los cambios del imperio de los gentiles, de una etapa del imperio de los gentiles a otra etapa, y así por el estilo, eso él lo habla cuando le apareció a Daniel y le habla que había venido y que había peleado contra el príncipe de Persia y luego regresaría nuevamente para pelear con el príncipe de Grecia y luego vendría la otra etapa del imperio. Y ahora sigue diciendo:
“Al principio de tus ruegos fue dada la orden, y yo he venido para enseñártela, porque tú eres muy amado. Entiende, pues, la orden, y entiende la visión.
Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos.
Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas...”
Siete semanas y sesenta y dos semanas ¿son cuánto? ¿Cuántas semanas? Sesenta y nueve semanas. Después de esas sesenta y nueve semanas ¿qué pasará? Dice:
“...habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos.
Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí (aquí nos habla de que le será quitada la vida al Mesías no por sí mismo, no se la quitará ni morirá de muerte por edad avanzada tampoco o por enfermedad, sino que le será quitada la vida al Mesías, o sea, que lo matarán)... mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones.”
Luego de la muerte del Mesías, más adelante un príncipe que ha de venir, el cual fue el general romano Tito Vespasiano entraría y destruiría la ciudad y el templo, y eso lo hizo Tito Vespasiano en el año setenta de la era cristiana; pero antes de la destrucción del templo y de la ciudad, la vida al Mesías le sería quitada; y si no puede ser presentada una persona que haya cumplido esa profecía de que le hayan quitado la vida, que haya muerto como expiación por el pecado, si no hay otra persona sino solamente uno: Jesucristo, pues Él es el Mesías que vendría y a la mitad, en la primera mitad de la semana setenta moriría como la Expiación por el pecado de Su pueblo. Dice:
“Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad...”
Eso lo haría el Mesías al morir como Expiación por el pecado de Su pueblo y de todo ser humano. Luego se destruiría la ciudad, sería destruida la ciudad y el templo por un príncipe que fue el general romano Tito Vespasiano. Esa fue la Palabra profética, y la venida y muerte de Jesús en Jerusalén cumplió la profecía, la Palabra profética de la Venida del Mesías y su muerte como la Expiación por el pecado del ser humano, y luego la destrucción de la Ciudad de Jerusalén y el templo por el general romano Tito con su ejército (Tito Vespasiano) cumplió la profecía, la Palabra profética de la destrucción de Jerusalén y el templo.
Ahí podemos ver lo importante que es la Palabra profética. ¿Qué es la Palabra profética para las personas? Es la Palabra de Dios que nos dice lo que Dios va hacer, antes de Dios hacerlo ya las personas pueden saber qué va a suceder.
Vean, en la lectura que tuvimos, dice algo más qué es la Palabra profética, dice que “es como una antorcha que alumbra en lugar oscuro,” dice Segunda de Pedro, capítulo 1, verso 19:
“Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos...”
Si usted quiere saber lo que Dios va a hacer, porque todo el mundo dice: “Dios va a hacer algo en nuestro tiempo.” ¿Y qué, cómo usted puede saber lo que Dios va a hacer? Buscando cuál es la Palabra profética, o en la Palabra profética para el Día Postrero, porque Dios no va a hacer otra cosa, sino lo que ya está profetizado, lo que está dicho en la Palabra profética. No es lo que diga cualquier persona, es lo que ya Dios ha dicho por medio de Sus profetas, para eso son los profetas: para traer la Palabra profética.
Y cuando es hablada esa Palabra profética, ¿qué fue hablado? El pensamiento de Dios, lo que Dios pensó hacer, pero mientras no es hablado ese pensamiento divino por un profeta, todavía no es la Palabra de Dios, es el pensamiento de Dios, lo que está en la mente de Dios; pero cuando ya Dios por medio del Espíritu Santo lo revela a un profeta, al que tenga para ese tiempo para revelar esa Palabra, lo revela a ese profeta, y ese profeta lo habla... mientras no lo habla, aunque ya lo tenga en su corazón, ya sabe lo que va Dios a hacer, todavía no es la Palabra profética, todavía no es la Palabra de Dios.
Pero cuando ese profeta lo habla, ya eso es ASÍ DICE EL SEÑOR, ya eso es la Palabra de Dios, ya no hay retroceso a eso que fue hablado.
Y como Dios pensó y habló a ese profeta, y ese profeta habló, así va a ser. No hay quién impida que se cumpla eso que fue hablado, y por eso la Palabra profética es como una antorcha que alumbra en lugar oscuro, nos alumbra el camino para saber lo que Dios va a hacer a través del trayecto o de nuestro camino aquí en la Tierra, las cosas que van a suceder en el tiempo en que uno estará viviendo.
Y por la historia nosotros sabemos lo que ya Dios hizo, ¿y qué Dios hizo? Lo que Él pensó y habló a través de Sus profetas; luego lo cumplió, y así es también lo que en nuestro tiempo estaría sucediendo, lo que ya Dios habló, lo cual es la Palabra profética hablada a través de los profetas, porque los profetas, dice la Escritura que hablaron no por su propia cuenta, no por su propia voluntad, no eran palabras humanas, sino siendo inspirados por el Espíritu Santo hablaron.
“Porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.”
La Palabra profética ni fue traída por voluntad humana, un hombre calculando las cosas y diciendo: “Tal cosa va a suceder.” No, el Espíritu Santo vino a esos hombres de Dios, esos profetas que tienen las dos conciencias juntas y pueden ver y escuchar de la dimensión de Dios; nacieron así, fueron enviados a la Tierra así, y luego ellos, al escuchar la Voz de Dios, reciben esa revelación de Dios en su interior y la creen, saben que eso es Dios hablándoles.
Y luego Dios les da a conocer lo que deben hablar de eso que les fue revelado, porque algunas cosas las tiene que reservar para él mismo, no comentarlas, dejarlas para él, y lo que tiene que dar al pueblo, pues darlo a través de la predicación.
En el mensaje de cada uno de los profetas que Dios ha enviado, está el contenido del pensamiento de Dios. Por eso la Palabra, la Biblia que fue traída por seres humanos, por hombres, pero siendo inspirados por el Espíritu Santo, es nada menos que el pensamiento de Dios expresado a través de sus diferentes profetas, a través de sus diferentes mensajeros.
Dios y Su Palabra son uno. Por eso Jesús decía: “Los Cielos y la Tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán,” o sea, que como Él decía, así iba a realizarse lo que fue dicho. Cuando Él dijo que Jerusalén sería destruida, eso se iba a cumplir; podía alguno decir: “Pero eso que Él te está diciendo es una profecía que ya se cumplió en otro tiempo.” En muchos tiempos, en muchas ocasiones fue destruido el templo y restaurado, pero vean ustedes, también estaba la profecía para la destrucción del templo, para el tiempo de la semana, luego de esa semana número setenta detenerse a la mitad con la muerte de Jesucristo, luego más adelante, Jerusalén y el templo serían destruidos.
Y cuando Jesucristo dio esa profecía, ¿qué está sucediendo? El pensamiento de Dios que vino a Él, porque Él decía: “Yo no hablo nada de mí mismo, lo que yo escucho al Padre hablar, eso es lo que yo hablo,” por lo tanto, el pensamiento divino era transmitido a través de Jesucristo a Sus discípulos y a demás personas que lo escuchaban.
Y vean, el pensamiento divino profético, tanto para la destrucción de Jerusalén y del templo se cumplió, como también la Palabra profética, el pensamiento divino profético para la sanidad de personas, Él hablaba la Palabra y las personas sanaban, eran libertadas, liberadas de espíritus malos también y así por el estilo, y los muertos eran resucitados también.
El pensamiento de Dios, la Palabra profética transmitida a través de Jesucristo, se hacía una realidad; las personas que creían esa Palabra que era hablada, conquistaban, recibían el cumplimiento de esa Palabra profética.
Cuando una persona quiere vivir eternamente, busca la Palabra profética que nos dice cómo o cuál es el plan o Programa Divino para la persona vivir eternamente; Él molido fue por nuestros pecados, y el castigo de nuestra paz fue sobre Él, y nos habla del Sacrificio de Expiación por nuestros pecados, y esto es para que nosotros obtengamos la Vida eterna:
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”
Entonces la persona que quiere vivir eternamente tiene que ver la Palabra profética que habla del Sacrificio de un hombre que vendría a ser el Mesías que moriría por el pecado de Su pueblo como Expiación para quitar el pecado del mundo; y al ver esa Palabra profética y ver que fue cumplida en Jesucristo, la cree de todo corazón, la acepta, recibe a Cristo como Salvador y obtiene la salvación y Vida eterna.
Lo mismo es para la sanidad divina: cree lo que dice esa Palabra profética: “Por Su llaga fuimos nosotros curados,” Isaías, capítulo 53, y luego se cumple con la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario, cree esa promesa cumplida en Jesucristo, la cree y entonces su fe para sanidad divina está basada ¿en qué? En la Palabra profética, y conquista esa promesa de sanidad divina creyendo, porque por la fe es que se conquistan las promesas divinas.
Sin fe es imposible agradar a Dios, sin fe es imposible obtener el cumplimiento de lo que Dios ha prometido. Así es para todo lo que Dios ha prometido, y así es para toda persona recibir lo que Dios ha prometido para los creyentes en Él.
Así es para la resurrección y el rapto, para la transformación de los vivos en Cristo también. La persona creyente en Cristo mantiene su fe en Cristo y vive tranquilo en la Tierra con su fe puesta en Cristo, y con la esperanza de un cuerpo eterno y glorificado; siempre pensando: si muere, va a ser resucitado en cuerpo glorificado.
Si la persona no cree que va a ser resucitado si le toca morir, no va a resucitar porque no creyó; y si está vivo y llega el momento de la resurrección, la persona está creyendo que va a ser transformada, porque su fe está basada, fundada en la Palabra profética, en lo que Dios ha prometido por medio de Sus diferentes profetas incluyendo a Jesucristo y a los apóstoles, en los diferentes mensajeros de cada una de las etapas de la Iglesia hasta el séptimo mensajero, el reverendo William Branham.
Y ahora, para nuestro tiempo, trabajar hasta que se cumplan esas profecías, y vivir esperando con la esperanza en el cumplimiento de esas promesas; y al estar trabajando, la labor que estemos haciendo, será una muestra de nuestra fe, son las obras de la fe, porque la fe sin obras es muerta.
Una persona escucha la predicación del Evangelio de Cristo y no recibe a Cristo como Salvador y no es bautizado en agua en Su Nombre, ¿ven? ¿Por qué? Porque no tuvo fe, el que escucha, cree y lo recibe, es porque nació la fe de Cristo en su alma, porque la fe viene por el oír la Palabra, la persona tiene que escuchar la Palabra de Dios y nace la fe de Cristo, cree, lo recibe como Salvador dando testimonio público de su fe en Cristo, bautizado en agua en Su Nombre, Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego y produce en la persona el nuevo nacimiento, ¿ven? Así que por la fe se conquista todo lo que Dios ha prometido.
Tenemos promesas grandes para el Cristianismo para este tiempo final. Tenemos la promesa también de que va a surgir en el Día Postrero una Gran Carpa-Catedral y por consiguiente habrá un grupo de creyentes en Cristo que creerán firmemente esa promesa, trabajarán para que se haga una realidad para que Dios haga realidad esa promesa, porque Dios siempre usa el ser humano, a seres humanos, y cuando decimos: “Señor, usame a mí,” pues ¿en qué lo va a usar a usted? En lo que tiene Dios que llevar a cabo en el tiempo en que usted vive.
Por ejemplo: predicando el Evangelio y llevando el Evangelio para las demás personas, en las labores que se hacen para la evangelización, pues ahí usted también estará trabajando; ha prometido una Gran Carpa-Catedral, pues ahí también usted estará trabajando, porque eso está en la Palabra profética, y alguien tiene que creerla.
Si no la cree esa promesa, no va a trabajar, pero por lo menos no debe desanimar a los que estén trabajando, no debe esparcir su incredulidad a otras personas, porque ya que se está haciendo daño la persona misma al no creer, pues no debe hacerle daño a otra persona, porque será responsable del daño que le haga a otras personas infundiendo incredulidad a otras personas para que no respalden, para que no colaboren, para que no trabajen en el proyecto divino para la Iglesia del Señor.
Es para bendición, para bendición de la Iglesia del Señor, para bendición del pueblo hebreo, para bendición del Medio Oriente, judíos, palestinos, árabes, para Europa y para todas las naciones. Es un proyecto para bendición. Es un proyecto que está ahí prometido en la Palabra profética que traerá grandes bendiciones a los seres humanos y que confirmará la fe y afirmará la fe de los seres humanos en el Dios de Abraham, el Dios eterno Creador de los Cielos y de la Tierra, el Dios de Adán, el Dios de Noé, el Dios de Enoc, el cual sirvió a Dios y agradó a Dios, y Dios se lo llevó, el Dios del profeta Elías que fue raptado en un carro de fuego, el Dios de Jesucristo que luego de morir, ser sepultado y resucitar, subió al Cielo y está sentado en el Trono de Dios, es Rey de reyes y Señor de señores.
Por lo tanto, la Palabra profética siendo como una antorcha que alumbra en lugar oscuro, nos dice lo que va a suceder, lo que Dios va a llevar a cabo; y si Dios va a llevar a cabo un programa, tendrá personas a través de los cuales va a estar llevando a cabo ese programa.
Y cuando decimos: “Señor, yo quiero que me uses, úsame Señor en lo que Tú desees,” pues en lo que lo va a usar es en el programa que Él tenga para ese tiempo, no va a decirle a usted: “Pues ve a buscar leña en el monte y a construir un arca,” porque ese fue el proyecto divino para el tiempo de Noé. No va a ponerlo a usted a trabajar en una edad o dispensación que ya pasó, y usted no puede querer ser de esa gente que vivió en aquel tiempo en que Dios cumplió Su Palabra profética, no, usted no puede decir que quiere que Dios lo use construyendo un arca o ayudándole a alguien a construir un arca de madera, porque como está el medio ambiente, hay muchas inundaciones, necesitaríamos muchas arcas en todos los países para los tiempos de inundaciones.
Pero el Programa Divino para nuestro tiempo es un arrebatamiento, un rapto; resurrección primero, luego transformación de los vivos, luego una temporada aquí en la Tierra y luego ir con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, para lo cual tenemos que tener fe; esa fe tiene que estar basada en la Palabra profética, en lo que ha sido prometido que Dios hará en el Día Postrero, pues Cristo dijo en San Juan, capítulo 6, versos 39 en adelante:
“Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero.
Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.”
¿A quiénes va a resucitar Cristo en el Día Postrero? A los que creen en Él, esto no es una promesa para cualquier persona o para toda persona, sino para los creyentes en Él, a los cuales es hecha la promesa que hemos leído:
“Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna (la Vida eterna ¿es para quién? Para los que creen en Cristo); y yo le resucitaré en el día postrero.”
Es para los creyentes en Él, en Cristo, que Él ha prometido resucitarlos si están muertos físicamente, y si están vivos, transformarlos; y el rapto o arrebatamiento de la Iglesia es para todos los creyentes en Cristo, para ir a la Cena de las Bodas del Cordero. O sea, que tenemos que saber lo que dice la Palabra profética y para quiénes va a ser esa bendición: Es para los que creen en esa Palabra profética y ven el cumplimiento de esa Palabra profética, lo que ya se ha cumplido y mantienen su fe en esa Palabra profética esperando el resto del cumplimiento de lo que ha sido prometido.
Y la fe tiene que ser alimentada, la fe nace o viene por el oír la Palabra, y luego los discípulos le dicen a Jesús: “Señor, auméntanos la fe,” o sea, que quieren la fe de ellos crezca, ¿y cómo se aumenta la fe? ¿Cómo crece la fe? Recuerden que Cristo decía: “Si ustedes tienen fe como un grano de mostaza, van a decir a este monte: pásate de aquí allá, y se pasará.” Y ahora, con la fe que ellos tenían ni pudieron sacar un espíritu malo que estaba en un jovencito.
Y ahora (eso fue cuando bajaron del Monte de la Transfiguración)... y en un lugar le dicen a Jesucristo: “Señor, auméntanos la fe.” ¿Cómo puede ser aumentada la fe? Pues escuchando la Palabra de Dios: escuchando la Palabra nace y escuchando la Palabra sigue aumentando la fe, porque va viendo cada promesa que está hecha en la Palabra profética y va creyendo en esa Palabra profética, y cada vez que la recuerda o la lee esa promesa, su fe se aumenta; cuando la lee con el alma y del alma la persona dice: “Yo creo eso que está dicho ahí,” y va afirmando así su fe, va creciendo su fe cada día más y más.
Por esa causa no podemos dejar de leer la Palabra de Dios, no podemos dejar de leer lo que Dios ha dicho por medio de Sus diferentes instrumentos que ha enviado a la Tierra en medio de Su pueblo.
Mantenga firme su fe en la Palabra profética, en la Palabra de Dios, porque “los Cielos y la Tierra pasarán, pero (Él dice) mi Palabra no pasará,” o sea, ella es firme y va a llevarse a cabo lo que Él ha dicho que Él va hacer; Él dice que Su Palabra es como la lluvia que cae a la Tierra y produce fruto en el campo. Él dice: “Así será mi Palabra, así es mi Palabra que sale de mi boca, hará aquello para lo cual yo la envié.”
Por lo tanto, los Cielos y la Tierra pasarán, pero la Palabra de Dios no pasará, se cumplirá lo que ha sido dicho, y las bendiciones las van a heredar aquellos que creen en esas bendiciones y por la fe se mantienen firmes y pacientes esperando que se haga realidad en sus vidas lo que Dios ha prometido. Como le pasó a Abraham: cuando tenía 75 años Dios le hizo la promesa que sería padre de naciones y que tendría un hijo, estuvo esperando por 25 años; cuando tuvo 100 años nació el hijo.
Así tenemos que hacer, dice también que él no desmayaba en la fe, él se mantenía firme creyendo lo que Dios le había prometido, aunque las circunstancias parecían contrarias porque se iba poniendo más viejo y su esposa también más avanzada en edad. Por eso dice que creyó a Dios esperanza contra esperanza.
¿Qué es eso? Esperando lo que no se puede esperar, y cuando ya tenía 99 años fueron rejuvenecidos y tuvieron el niño que Dios les había prometido a Abraham a través de su esposa Sara. Lo que Dios ha prometido, Él lo cumplirá en el tiempo correspondiente, nos toca a nosotros ¿qué? Estar firmes con nuestra fe puesta en la Palabra profética que es como una antorcha que alumbra en lugar oscuro que nos dice lo que Dios va a hacer. O sea, que nos da de antemano lo que va a ser la historia que vamos a ver y a experimentar a través de nuestra trayectoria en la Tierra, tanto de lo que va a suceder en nuestras vidas como también lo que va a suceder en la vida de otras personas y en las naciones.
La Palabra profética como una antorcha que alumbra en lugar oscuro, es la luz que alumbra para saber qué Dios ha prometido hacer en el tiempo en que le toca vivir cada persona. Y ahora, dice:
“Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones.”
Ahora, eso es muy importante. Apocalipsis, capítulo 22, verso 16, dice:
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias.”
Ese mensaje es Palabra profética, aquí lo dice también Apocalipsis, capítulo 1, verso 1 al 3, dice:
“La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder...”
Manifestar a Sus siervos las cosas que deben suceder, eso es dar la Palabra profética a Sus siervos:
“...para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan.”
Así como envió al Ángel Gabriel a Daniel para dar a conocer las cosas que iban a suceder al pueblo hebreo, las setenta semanas para el pueblo de Daniel. Dice:
“...y la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan,
que ha dado testimonio de la palabra de Dios, y del testimonio de Jesucristo, y de todas las cosas que ha visto.
Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía.”
¿Ven? Es una profecía. La profecía de las cosas que deben suceder, por lo tanto, este libro del Apocalipsis es como una antorcha que alumbra en lugar oscuro, mostrando las cosas que van a suceder, están en símbolos y esos símbolos se van cumpliendo a través de la historia de la raza humana:
“Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca.”
Y ahora, lo que leímos acá en el capítulo 22 del Apocalipsis, verso 16, dice:
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana.”
Y ahora, la Palabra profética alumbra hasta que salga en nuestros corazones la estrella resplandeciente de la mañana.
Esta Palabra profética contenida en el libro Apocalipsis es el pensamiento divino expresado a través de Su Ángel y dado a Juan en esta forma tipológica, simbólica en donde están todas las cosas que sucederían, digamos desde el tiempo de Jesucristo o de Juan el apóstol, hasta nuestro tiempo, luego lo que sucederá en el milenio y luego lo que sucederá en la eternidad; ahí nos da una descripción de cómo va a ser el milenio y cómo va a ser la eternidad, y lo que van a ser, qué posición van a ocupar los creyentes en Cristo nacidos de nuevo, de los cuales dice que fueron lavados con la Sangre de Cristo, limpios de todo pecado con la Sangre de Cristo y han sido hechos para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y dice: “Y reinaremos sobre la Tierra.”
Van a ser reyes y sacerdotes en la Tierra, actualmente mientras viven en la Tierra antes del Reino Milenial, pues son reyes y sacerdotes en el campo espiritual porque el Reino de Dios está en la esfera espiritual, pero va a estar en la esfera física cuando el Hijo de David, el Mesías, se siente en el Trono de David y reine sobre toda la humanidad con Jerusalén de Capital.
Por eso será puesta a la cabeza Israel. Puesta a la cabeza Israel, ahí será el Distrito Federal Israel (todo el territorio de Israel) y Jerusalén la Capital del mundo, no solamente la Capital de Israel sino la Capital del mundo. La bolsa de valores estará en Jerusalén, allá en Israel, por lo tanto, va a ser la nación más rica del planeta Tierra.
Todo eso será en el Reino del Mesías, y todo eso va a estar siendo revelado, abierto, bajo la predicación del mensaje del Reino, bajo la predicación de la gran Voz de Trompeta o Trompeta final que estará escuchando el Cristianismo y luego el pueblo hebreo.
Por lo tanto, hay grandes bendiciones de parte de Dios señaladas, prometidas, ¿dónde? En la Palabra profética, y en esas promesas está fundada nuestra fe para recibir una transformación si permanecemos vivos o una resurrección si muere nuestro cuerpo físico, y luego ir a una fiesta: la fiesta más importante que se haya llevado a cabo en el Cielo, que será la Cena de las Bodas del Cordero.
Por lo tanto, permanezcamos firmes con nuestra fe puesta, descansando en y sobre la Palabra profética, así como hemos hecho para asegurar nuestro futuro eterno con Vida eterna en el Reino de Dios, ¿cómo? Creyendo la Palabra profética, la Venida del Señor y Su Sacrificio en la Cruz del Calvario.
Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo como Salvador, colocando su fe en esa Palabra profética de la Venida del Mesías y Su cumplimiento allá en la Tierra de Israel, lo puede hacer en estos momentos y estaremos orando por usted, ya sea que usted se encuentre aquí presente o se encuentre en otra nación, puede pasar al frente donde usted se encuentre en otra nación o los que se encuentran aquí y no han recibido a Cristo todavía, lo pueden hacer en estos momentos y estaremos orando por usted.
Vamos a dar unos minutos en lo que pasan al frente en diferentes países y los que estén aquí también presentes y no hayan recibido a Cristo, lo pueden hacer en estos momentos.
Lo más importante es asegurar nuestro futuro eterno, pues no hay otra cosa más importante que la Vida eterna. Sin Vida eterna de nada le habrá servido a usted vivir en la Tierra, porque el propósito nuestro aquí en la Tierra es que nosotros seamos rociados con la Sangre de Cristo y limpiados de todo pecado, bautizados en agua en Su Nombre y Él bautizarnos con Espíritu Santo y Fuego y producir en nosotros el nuevo nacimiento, y así entrar al Reino de Dios. Para eso es que estamos viviendo en este planeta Tierra.
Si solamente el propósito de vivir en la Tierra fuera nacer, vivir, comer, dormir, trabajar, luego morir y ahí se terminó todo, Dios sería un Dios sin propósito; pero Dios tiene un propósito con el ser humano y una oportunidad que le da para que viva eternamente como Dios vive eternamente, porque Dios hizo al ser humano a Su imagen y a Su semejanza, por lo cual Dios desea que el ser humano viva eternamente.
Así como Dios tiene libre albedrío, le ha dado libre albedrío al ser humano; por eso la persona escucha la predicación del Evangelio de Cristo y nace la fe de Cristo en su alma, y luego la persona es la que tiene la responsabilidad de elegir creer o no creer en Cristo y recibirlo o no recibirlo como Salvador. La responsabilidad corresponde a la persona, por eso cuando Cristo envió a Sus discípulos a predicar el Evangelio, luego que había resucitado, dice:
“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”
Todos queremos ser salvos, todos queremos vivir eternamente, para eso se predica el Evangelio, para que tenga la oportunidad toda persona de que nazca la fe de Cristo en su alma, crea en Cristo, lo reciba como Salvador, sea bautizado en agua en Su Nombre y Cristo lo bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en la persona el nuevo nacimiento y así asegure su futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno.
Estamos esperando también que nos indiquen en otros países cuando ya estén listos para la oración por las personas que están recibiendo a Cristo como Salvador.
El ser humano cada año hace muchas decisiones, pero ninguna de las decisiones que hace el ser humano lo coloca en la Vida eterna, excepto una sola: recibir a Cristo como único y suficiente Salvador, solamente esa es la que coloca al ser humano en la Vida eterna. Por eso es tan importante recibir a Cristo como único y suficiente Salvador.
Vamos a estar puestos en pie en estos momentos para orar por las personas que han recibido a Cristo como único y suficiente Salvador. Ya en las demás naciones también están listos. Con nuestras manos levantadas al Cielo, a Cristo, y nuestros ojos cerrados, los que han venido a los Pies de Cristo repitan conmigo esta oración:
Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón, creo en Ti con toda mi alma, creo en Tu primera Venida y creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo dado a los hombres en que podemos ser salvos; creo en Tu primera Venida y creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados.
Reconozco que soy pecador y necesito un Salvador, doy testimonio público de mi fe en Ti y te recibo como único y suficiente Salvador; te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado, y me bautices con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre y sea producido en mí el nuevo nacimiento.
Sálvame Señor, te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén.
Con nuestras manos levantadas a Cristo, todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén.
Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, porque ustedes han creído en Cristo recibiéndolo como vuestro único y suficiente Salvador. Ustedes me dirán: “Quiero ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo lo más pronto posible, porque Él dijo: ‘El que creyere y fuere bautizado, será salvo.’ (San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16). ¿Cuándo me pueden bautizar?” Es la pregunta desde lo profundo de vuestro corazón. Por cuanto ustedes han creído en Cristo de todo corazón, bien pueden ser bautizados.
El bautismo en agua no quita los pecados, el agua no tiene poder para quitar los pecados, es la Sangre de Cristo la que nos limpia de todo pecado. El bautismo en agua es tipológico, por eso el apóstol Pablo dice que el bautismo en agua es a la semejanza de la muerte, sepultura y resurrección de Cristo, y por consiguiente al ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo la persona se está identificando con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección.
Cuando la persona cree en Cristo y lo recibe como Salvador, muere al mundo; y cuando el ministro lo sumerge en las aguas bautismales, tipológicamente está siendo sepultado; y cuando lo levanta de las aguas bautismales, está resucitando a una nueva vida: a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno. Tan sencillo como eso es el simbolismo, la tipología del bautismo en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.
Y es tan importante el bautismo en agua que el mismo Jesucristo fue bautizado por Juan el Bautista. Juan no lo quería bautizar y Jesús le dice: “Nos conviene cumplir toda justicia,” y entonces lo bautizó allá en el río Jordán donde Juan estaba... Juan el Bautista, estaba bautizando a todos los que creían en su predicación.
Por lo tanto, bien pueden ser bautizados. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento; y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el Reino glorioso de Jesucristo nuestro Salvador.
Por lo tanto, ustedes que están presentes y los que están en otras naciones, bien pueden ser bautizados, y nos veremos eternamente en el Reino de Cristo nuestro Salvador.
Estaré nuevamente con ustedes en estos días en las actividades de estos días, el día domingo es... ¿qué otro día? Viernes, ¿a qué hora? Viernes a las 6:00 de la tarde también estaré con ustedes aquí para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.
Continúen pasando una feliz Navidad y un próspero Año nuevo todos, que tengan grandes bendiciones de parte de Dios en estos días y en el nuevo año que pronto ya estará con nosotros, y agradeciendo a Dios este año que ya está terminando en donde hemos recibido grandes bendiciones, y una de las bendiciones que hemos recibido es: vida, hemos podido vivir este año, y eso es una bendición grande: estar vivos todavía en este año que está por terminar.
Y queremos vivir eternamente con Cristo en Su Reino eterno, y ya hemos visto lo que hay que hacer para vivir eternamente.
Que Dios les bendiga y les guarde, y dejo con ustedes al reverendo José Benjamín Pérez para que les indique qué hacer para ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y en cada nación dejo al ministro correspondiente para que haga en la misma forma.
Continúen pasando todos una tarde feliz, llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador.
“LA PALABRA PROFÉTICA.”